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  • Apenas muere en nosotros una esperanza, surge otra en su lugar. Solemos creer que seremos felices y estaremos satisfechos si poseemos tales o cuales goces particulares; pero ya sea por su vacío, o por la inquietud natural de la mente, no bien hemos ganado un punto, extendemos nuestras esperanzas a otro. Seguimos encontrando nuevas y atractivas escenas y paisajes detrás de los que a distancia terminaron nuestra vista.

    Joseph Addison, Richard Hurd (1811). “The Works: In Six Volumes”, p.67