Los académicos, que se enorgullecen de decir lo que piensan, a menudo practican una forma de autocensura que se denomina "realismo". Ser "realista" al abordar un problema es trabajar sólo entre las alternativas que proponen los más poderosos de la sociedad. Es como si todos estuviéramos confinados a a, b, c o d en el examen de opción múltiple, cuando sabemos que hay otra respuesta posible. La sociedad estadounidense, aunque tiene más libertad de expresión que la mayoría de las sociedades del mundo, establece así límites más allá de los cuales se supone que la gente respetable no puede pensar ni hablar.