Nada amenaza tanto la libertad de la personalidad y el sentido de la vida como la guerra, la pobreza, el terror. Pero también hay peligros indirectos y sólo un poco más remotos. Uno de ellos es el embrutecimiento del hombre (la "masa gris", por utilizar el cínico término de los pronosticadores burgueses) por la cultura de masas, con su intencionada o comercialmente motivada rebaja del nivel intelectual y del contenido, con su énfasis en el entretenimiento o el utilitarismo, y con su censura cuidadosamente protectora.