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La fe viene de dentro; es el estallido de la espontaneidad humana; es fuerza del alma, grandeza del sentimiento, magnanimidad, generosidad, valor. Sus fórmulas son naturalmente ininteligibles en su tenor literal; pues, de lo contrario, representarían lo que se conoce científicamente, y no serían el mero ropaje provisional de lo que no se da objetivamente, sino que se proyecta subjetivamente desde lo más íntimo del alma.