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Los fotones surgen de la nada, no se pueden almacenar, apenas se pueden fijar en el tiempo y no tienen lugar en el espacio. Es decir, la luz no ocupa volumen ni tiene masa. La similitud entre un pensamiento y un fotón es muy profunda. Ambos nacen en una región más allá del espacio y del tiempo donde la naturaleza controla todos los procesos en ese vacío lleno de inteligencia creadora.