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Prestad atención a la causa de la santa Iglesia Romana, madre de todas las iglesias y maestra de la fe, a la que vosotros, por orden de Dios, habéis consagrado con vuestra sangre. Contra la Iglesia Romana, advertísteis, se levantan maestros mentirosos que introducen sectas ruinosas y atraen sobre sí una pronta perdición. Sus lenguas son fuego, un mal inquieto, lleno de veneno mortal. Tienen celo amargo, contención en sus corazones, y se jactan y mienten contra la verdad.