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  • Si el Todopoderoso, en su misericordia, nos permite establecer la paz entre los dirigentes cristianos, seguiremos adelante no sólo para destruir completamente las malas semillas, sino también para ampliar los territorios de Cristo, y, apoyados en estos logros, avanzaremos, con Dios favoreciendo sus propios propósitos, hacia la santísima expedición contra los infieles, cuyo deseo está profundamente fijado en nuestro corazón.