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Históricamente, los grandes movimientos de liberación humana han sido siempre movimientos para cambiar las instituciones y no para conservarlas intactas. De lo dicho se deduce que ha habido movimientos para lograr un cambio en la distribución del poder de hacer -y el poder de pensar y de expresar el pensamiento es un poder de hacer- para que hubiera un sistema de libertades humanas más equilibrado, más igualitario, parejo y equitativo.