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Eres un hijo del universo, "temeroso y maravillosamente hecho". En la historia de la creación, nunca ha habido nadie como tú. Acepta esta realidad sobre ti mismo: que eres un ser humano especial y único que tiene un lugar en esta tierra que nadie más puede ocupar. Reconócete como una gloriosa expresión de tu amoroso Creador. Este sano amor propio será la base de una vida alegre y satisfactoria. Entonces, a medida que te ames y te aceptes, tu luz interior brillará hacia el exterior para bendecir y sanar a tus semejantes.