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  • No es temerario, porque cuando saltamos, cuando nos zambullimos, cuando empezamos, sólo empezamos, aportamos nuestra verdadera naturaleza al proyecto, lo hacemos personal y urgente. Y no es abandono, no en el sentido de que abandonemos nuestros sentidos o nuestra responsabilidad. De hecho, abandonar el miedo al miedo que nos frena es la mejor manera de no abandonar el trabajo, la pura ejecución del trabajo. Más adelante, ya habrá tiempo de dar marcha atrás y suavizar. Pero ahora mismo, temerarios, por favor.