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Por el contrario, dejamos de lado la existencia, el significado y lo sublime como categorías para describir el objeto "Dios". En su lugar, se convierten en formas de relacionarnos con el mundo. Sin embargo, al afirmar el mundo en el amor, percibimos indirectamente que al desprendernos de Dios nos hemos encontrado, de hecho, en el umbral mismo de Dios.