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¿Y si uno de los elementos centrales de un cristianismo radical residiera en la exigencia de traicionarlo, mientras que el acto supremo de afirmar a Dios exigiera renunciar a él? ¿Y si la fidelidad a las escrituras judeocristianas exigiera su renuncia? En resumen, ¿y si la única forma de encontrar la fe implicara traicionarla con un beso?