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Un estado semicivilizado de la sociedad, igualmente alejado de los extremos de la barbarie y del refinamiento, parece ser ese meridiano particular bajo el cual todas las reciprocidades y gratificaciones de la hospitalidad florecen y abundan más fácilmente. Pues sucede que la facilidad, el lujo y la abundancia del más alto estado de civilización, son tan productivos del egoísmo, como las dificultades, las privaciones y las esterilidades del más bajo.