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Ponga la Iglesia de San Pablo en átomos, y considere cualquier átomo individual; es seguro, bueno para nada; pero ponga todos estos átomos juntos, y usted tiene la Iglesia de San Pablo. Lo mismo ocurre con la felicidad humana, que se compone de muchos ingredientes, cada uno de los cuales se puede demostrar que es muy insignificante.