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¡Cuántos puede contar entre sus conocidos un hombre de conversación difusa, cuyas vidas han sido señaladas por innumerables escapadas; que nunca cruzan el río sino en una tormenta, o hacen un viaje al campo sin más aventuras que las que les ocurrían a los caballeros andantes de los tiempos antiguos en bosques sin senderos o en castillos encantados! ¿A cuántos debe conocer, para quienes los portentos y los prodigios son cosa de todos los días, y para quienes la naturaleza obra cada hora maravillas invisibles a todos los demás ojos, sólo para proporcionarles temas de conversación?