-
Nuestra imaginación magnifica de tal modo esta existencia presente, por el poder de la reflexión continua sobre ella, y atenúa tanto la eternidad, al no pensar en ella en absoluto, que reducimos una eternidad a la nada, y ampliamos una mera nada a una eternidad; y este hábito está tan inveteradamente arraigado en nosotros que toda la fuerza de la razón no puede inducirnos a desecharlo.