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  • Una de las razones por las que no tenemos arte nacional es porque tenemos demasiada magnificencia. Toda nuestra capacidad de admiración se agota en el esplendor de las estaciones de ferrocarril y los hoteles palaciegos. Nuestro tímpano nacional está tan ensordecido por ese estruendo de suntuosidad que no tenemos oídos para la tranquila y pequeña voz de la belleza.

    Dorothy Canfield Fisher (1915). “The Bent Twig”