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Esto forma parte del pacto involuntario que hacemos con el mundo por el mero hecho de estar vivos. Experimentamos el esplendor de la naturaleza, la belleza del arte, el bálsamo del amor y la pura alegría de existir, siempre con el conocimiento de que una enfermedad, una lesión, un desastre natural o la pura maldad pueden acabar en un instante con nosotros mismos o con alguien a quien queremos.