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En ese primer día en que miramos hacia atrás, con alegría o con remordimiento, a los caminos pedregosos por los que hemos transitado, perdiendo la preocupación por la parte del viaje que aún está por llegar, hemos envejecido.
En ese primer día en que miramos hacia atrás, con alegría o con remordimiento, a los caminos pedregosos por los que hemos transitado, perdiendo la preocupación por la parte del viaje que aún está por llegar, hemos envejecido.