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Hay dos tipos de felicidad: el placer temporal derivado principalmente de la comodidad material y otra comodidad más duradera que resulta de la transformación y el desarrollo completos de la mente. Podemos ver en nuestras propias vidas que esta última forma de felicidad es superior porque cuando nuestro estado mental es tranquilo y feliz, podemos soportar fácilmente pequeños dolores y molestias físicas. En cambio, cuando nuestra mente está inquieta y alterada, las instalaciones físicas más confortables no nos hacen felices.