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El pan que retenéis pertenece al hambriento; el abrigo que guardáis en vuestros armarios cerrados con llave pertenece al desnudo; el calzado que se está pudriendo en vuestro armario pertenece al que no tiene zapatos. La plata que guardas en un lugar seguro pertenece al necesitado. Así, por muchos que sean aquellos a quienes podrías haber provisto, tantos son aquellos a quienes equivocas.