Cotizaciones de cofres
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Por fin cogí una mano grande y callosa y me deslicé hacia delante para arrodillarme sobre las tablas, entre sus rodillas. Apoyé la cabeza en su pecho y sentí su aliento agitándome el pelo. No tenía palabras, pero había tomado una decisión. "'Adondequiera que vayas'", dije. "'Iré; y donde tú te alojes, me alojaré yo: tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios: Donde tú mueras, moriré yo, y allí seré enterrado". Sea en la colina escocesa o en el bosque del sur. Haz lo que tengas que hacer; yo estaré allí.
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