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  • Porque Dios, habiéndole dado poder sobre su Hijo unigénito y natural, también le dio poder sobre sus hijos adoptivos -no sólo en lo que concierne a su cuerpo -que sería de poca importancia- sino también en lo que concierne a su alma.

    Saint Louis de Montfort (2016). “True Devotion to Mary: Saint Louis de Montfort”, p.24, Danka