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Cuando hemos probado muchas cosas y hemos vagado mucho y hemos visto lo efímero y a veces superficial que es gran parte del mundo, crece nuestra gratitud por el privilegio de formar parte de algo con lo que podemos contar: el hogar y la familia y la lealtad de los seres queridos. Llegamos a saber lo que significa estar unidos por el deber, por el respeto, por la pertenencia. Aprendemos que nada puede sustituir plenamente a la bendita relación de la vida familiar.