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El mal es, pues, una especie de parásito de la bondad. Si no existiera el bien para medir las cosas, el mal no podría existir. Los hombres a veces olvidan esto y dicen que hay tanto mal en el mundo que no puede haber un Dios. Olvidan que, si no existiera Dios, no tendrían forma de distinguir el mal del bien. El propio concepto del mal admite y reconoce una Norma, un Todo, una Regla, un Orden. Nadie diría que su automóvil está averiado si no tuviera una concepción de cómo debe funcionar un automóvil.