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  • No debemos olvidar que cuando nos alejamos cojeando afligidos por el espíritu, no es a las puertas de la fábrica o a los pasos corporativos a donde peregrinamos. En cambio, vamos al mar por su sal. Encontramos sombra bajo los sicomoros de las grandes avenidas. O vamos a los ríos donde el agua nos habla modestamente de su propia enfermedad.

    Sarah Hall (2009). “How to Paint a Dead Man”, p.13, Faber & Faber