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Si una opinión contraria a la tuya te enfada, es señal de que eres consciente de que no tienes ninguna buena razón para pensar como piensas. [...] Las controversias más salvajes son las que versan sobre asuntos respecto de los cuales no hay buenas pruebas en ninguno de los dos sentidos. La persecución se usa en teología, no en aritmética, porque en aritmética hay conocimiento, pero en teología sólo hay opinión. Así pues, siempre que te enfades por una diferencia de opinión, ten cuidado; probablemente descubrirás, al examinarlo, que tu creencia va más allá de lo que la evidencia justifica.