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A los jóvenes les encanta lo que es interesante y extraño, por muy verdadero o falso que sea. Las mentes más maduras aman lo interesante y extraño de la verdad. Por último, los intelectos plenamente maduros aman la verdad, incluso cuando parece simple y sencilla, aburrida para la persona ordinaria; porque se han dado cuenta de que la verdad tiende a revelar su sabiduría más elevada bajo la apariencia de la simplicidad.