-
El control no puede llamarse conciencia hasta que seamos capaces de llevarlo dentro de nosotros y hacerlo nuestro, hasta que -a pesar de que los males que hemos hecho o imaginado nunca serán castigados o conocidos- sintamos, no obstante, ese nudo en el estómago, ese escalofrío en el alma, esa miseria autoinfligida llamada culpa.