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Los mismos perros estaban todos dormidos, y las moscas, emborrachadas de azúcar húmeda en la tienda de ultramarinos, olvidaron sus alas y su brío, y se cocieron hasta morir en los rincones polvorientos de la ventana.
Los mismos perros estaban todos dormidos, y las moscas, emborrachadas de azúcar húmeda en la tienda de ultramarinos, olvidaron sus alas y su brío, y se cocieron hasta morir en los rincones polvorientos de la ventana.