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Es nuestro solemne deber, nuestro precioso privilegio -incluso nuestra sagrada oportunidad- acoger en nuestros hogares y en nuestros corazones a los niños que adornan nuestras vidas.
Es nuestro solemne deber, nuestro precioso privilegio -incluso nuestra sagrada oportunidad- acoger en nuestros hogares y en nuestros corazones a los niños que adornan nuestras vidas.