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Expreso mi profundo agradecimiento a un Padre Celestial amoroso que te da a ti, a mí y a todos los que buscan sinceramente, el conocimiento de que la muerte no es el final, que Su Hijo -nuestro Salvador Jesucristo- murió para que nosotros vivamos. Templos del Señor salpican las tierras de muchos países. Se hacen pactos sagrados. La gloria celestial espera a los obedientes. Las familias pueden estar juntas para siempre.