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Los deliciosos rostros de los niños, la belleza de las colegialas, "la dulce seriedad de los dieciséis años", el aire altivo de los muchachos bien nacidos y bien educados, las apasionadas historias en las miradas y modales de la juventud y la temprana virilidad, y el variado poder en toda esa conocida compañía que nos escolta a través de la vida, sabemos cómo estas formas nos emocionan, paralizan, provocan, inspiran y engrandecen.