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  • El cristianismo sin la cruz no es nada. La cruz fue el broche de oro de una vida de rechazo, desprecio y derrota. Pero en ningún sentido estas cosas han cesado o cambiado. Jesús sigue siendo Aquel a quien el hombre desprecia, y el rechazado de los hombres. El mundo nunca ha admirado a Jesús, pues aún se necesita valor moral en cada uno de sus altos puestos por parte de quien quiera "confesar" a Cristo. La "ofensa" de la cruz, por lo tanto, ha llevado a los hombres de todas las épocas a esforzarse por librarse de ella, y a negar que sea el poder de Dios en el mundo.