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Me encanta la ociosidad. Me encanta ocuparme de nimiedades, empezar cien cosas y no terminar ni una, ir y venir según me dicte mi fantasía, cambiar de plan a cada momento, seguir a una mosca en todos sus círculos, intentar arrancar una roca para ver lo que hay debajo, empezar ansiosamente una tarea de diez años para abandonarla a los diez minutos: en resumen, malgastar todo el día de forma inconsecuente e incoherente, y no seguir nada más que el capricho del momento.