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En mi familia nos levantábamos por las mañanas sobre las tres y salíamos a los establos a traer las vacas y ordeñarlas. En el instituto ordeñaba unas veinte vacas cada mañana y unas veinte por la tarde cuando llegaba a casa. Tengo recuerdos maravillosos de aquellos primeros días en los que la influencia de mis padres era tan fuerte.