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Por un lado, todos queremos ser felices. Por otro, todos sabemos qué cosas nos hacen felices. Pero no las hacemos. ¿Por qué? Muy sencillo. Estamos demasiado ocupados. ¿Demasiado ocupados haciendo qué? Demasiado ocupados intentando ser felices. Esta es la paradoja de la felicidad que ha hechizado a nuestra época.