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No deja de asombrarme que hombres y mujeres deambulen por la tierra maravillándose ante las montañas más altas, el océano más profundo, las arenas más blancas, las islas más exóticas, las aves del cielo y los peces del mar más intrigantes... y que, sin embargo, nunca se detengan a maravillarse de sí mismos y a darse cuenta de su infinito potencial como seres humanos.