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La probabilidad es una especie de penitencia, que Dios hizo, adecuada, supongo, a ese estado de mediocridad y probación en el que se ha complacido en colocarnos aquí; en el que, para frenar nuestro exceso de confianza y presunción, podríamos, por la experiencia de cada día, hacernos conscientes de nuestra falta de visión, y la propensión al error.