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  • Aquel a quien se le quitan las cadenas y se le abren las puertas de la prisión, es perfectamente libre, porque puede irse o quedarse, como mejor le parezca; aunque su preferencia sea quedarse, por la oscuridad de la noche, o la enfermedad del tiempo, o la falta de otro alojamiento.

    John Locke (1836). “An Essay Concerning Human Understanding”, p.171