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La razón, si fuera consultada, aconsejaría que el tiempo de sus hijos se empleara en adquirir lo que pudiera serles útil cuando lleguen a ser hombres, en lugar de tener sus cabezas llenas de un montón de basura, una gran parte de la cual por lo general nunca vuelven a pensar (es seguro que nunca necesitan hacerlo) mientras vivan: y la mayor parte de ella que se les queda, sólo es peor para ellos.