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Es seguro decir que casi todas las personas que vivían en Nueva Orleans en el momento en que se produjo el huracán Katrina compartían su creencia en un Dios omnipotente, omnisciente y compasivo. Pero, ¿qué hacía Dios mientras el Katrina arrasaba su ciudad? Seguramente escuchó las oraciones de aquellos ancianos y ancianas que huyeron de las aguas crecientes hacia la seguridad de sus áticos, sólo para ahogarse lentamente allí.