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Si queremos lavarnos las manos de la blasfemia de los judíos y no compartir su culpa, tenemos que separarnos de ellos. Hay que expulsarlos de nuestro país.
Si queremos lavarnos las manos de la blasfemia de los judíos y no compartir su culpa, tenemos que separarnos de ellos. Hay que expulsarlos de nuestro país.