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Tal vez algún día seamos capaces, al menos, de admitir que Dios posee la majestad y la amplitud suficientes para trascender los límites de nuestra propia imaginación y experiencia. Pero mientras tanto... haríamos bien en considerar la insuficiencia de nuestros conceptos de Dios como el espejo más fiel de esas limitaciones que definen nuestra condición.