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Cuando los hombres blancos entran en contacto por primera vez con alguna raza virgen de salvajes, les ofrecen todo tipo de beneficios, desde la luz del evangelio hasta el pastel de calabaza. Sin embargo, por mucho que nos pese, la mayoría de los salvajes los reciben con indiferencia. Lo que realmente valoran entre los regalos que les llevamos es el licor embriagador que les permite, por primera vez en su vida, tener la ilusión durante unos breves momentos de que es mejor estar vivo que muerto.