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Si la oración es sólo un grito espasmódico en el momento de la crisis, entonces es totalmente egoísta, y llegamos a pensar en Dios como un reparador o una agencia de servicios para ayudarnos sólo en nuestras emergencias. Debemos acordarnos del Altísimo día y noche -siempre-, no sólo en los momentos en que toda otra asistencia ha fallado y necesitamos ayuda desesperadamente.