Autores:
  • Deduzco que los decretos de Dios, y la necesidad de los acontecimientos que de ellos se derivan, no destruyen el verdadero libre albedrío de los hombres, ni hacen que la comisión del pecado sea un ápice menos atroz. Ni fuerzan la voluntad humana, ni atenúan la maldad de las acciones humanas. La predestinación, la presciencia y la providencia, sólo aseguran el acontecimiento, y lo hacen ciertamente futuro, de un modo y manera (incomprensible ciertamente para nosotros; pero) perfectamente consistente con la naturaleza de las causas segundas.