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La seguridad intrínseca no proviene de lo que los demás piensen de nosotros o de cómo nos traten. No procede de nuestras circunstancias ni de nuestra posición. Proviene de nuestro interior. Proviene de paradigmas precisos y principios correctos en lo profundo de nuestra propia mente y corazón. Viene de la congruencia interior-exterior, de vivir una vida de integridad en la que nuestros hábitos diarios reflejan nuestros valores más profundos.