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  • Necesitamos mucha más intimidad de la que casi nadie considera normal. Siempre hambrientos de ella, buscamos consuelo y sustento en los sustitutos más cercanos disponibles: televisión, compras, pornografía, consumo ostentoso... cualquier cosa para aliviar el dolor, sentirnos conectados o proyectar una imagen por la que podamos ser vistos y conocidos, o al menos vernos y conocernos a nosotros mismos.