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  • Hace poco, una mujer me contó una historia sobre su caída en la fatiga crónica. Dormía dieciséis o dieciocho horas al día y se sentía más cansada al levantarse que al acostarse. Tenía muchas ganas de ir a un taller y fue de todos modos. Una vez allí, se sintió mucho menos cansada. Así que decidió: "Quizá si sigo haciendo lo que realmente quiero hacer en todo momento, me sentiré menos cansada". Esta fue su práctica espiritual: hacer sólo las cosas que quería y no tomar decisiones basadas en otra cosa. Eso es abrazar el placer, la alegría, los buenos sentimientos.

    Fuente: www.mindfulnessbell.org